2.5.12


 Reflexión sobre la lectura (una de tantas)

Las reglas del juego

Desconozco si las siguientes líneas podrán obtener la categoría de estado de la cuestión de investigaciones futuras o simplemente llegará a catalogarse como un breve e  inesperado acto de sublevación académica. Quizás solo se pueda definir como una reflexión extensa, más o menos argumentada sobre el fascinante tópico de La Lectura. Asignar la etiqueta que tendrán finalmente estas palabras será tarea del lector al transcurrir la última página.
La amplitud de puertos a los que arribar y desde los cuales partir para sondear las aguas del tema que nos trae, son muy amplios. Por ello partiremos arbitrariamente  desde uno solo, la infancia. Es apropiado por el estatus iniciático de esta etapa de la vida y porque trae intrínsecos los problemas del futuro.
Sencillamente no es igual el niño de un siglo atrás al niño que fuimos nosotros, los que hoy tenemos treinta y pico, a los que hoy son niños y mucho menos a los que aún no han llegado.  Ha cambiado la época, las herramientas, los intereses. Ha cambiado el mundo. Lo seguirá haciendo a pasos agigantados, al punto tal de que es muy difícil acomodarse a ello y mucho menos predecir lo que vendrá.
Sin embargo hay algo que todos tenemos en común, la necesidad de comunicarnos, de generar puentes. La lectura es una gran constructora de puentes, la llave maestra que accede mil puertas y estructura la mirada.
¿Cómo llegar a los hombres y mujeres futuros que hoy tienen el germen en esos niños iniciando sus pasos en el sistema escolar? ¿Cómo escindirlos del ritmo de la cultura de la imagen y la inmediatez? ¿Cómo enseñarles a palpar, a oler, a degustar solo con la imaginación? Y sobre todo ¿cómo lograr que ese placer se enriquezca y enraíce en sus corazones para toda la vida?
De quimeras, utopías y algunas proezas es de lo que hablaré en las siguientes páginas. Como decía un viejo libro de cuentos de mi infancia: ¨… no traigan paraguas ni una capa roja ni una gran cartera, para llegar a mí, basta solo fantasía y bondad. ¨… y los textos de quienes están haciéndose mis mismas preguntas. Bienvenidos al paseo.


 
La lectura infantil, complejidades para un mundo ya complejo

¨ La pobreza y la ignorancia hacían la vida más difícil, más insípida, como encerrada en sí misma; la miseria es una fortaleza sin puente levadizo.¨
Albert Camus – El primer hombre

Michéle Petit  (1999) utiliza esta cita para hablar de los círculos de pertenencia de los que queda excluida la persona que no tiene acceso a la lectura, marcándose por la pobreza la diferencia de horizontes y espacios que conforman los marcos de referencia de los diferentes grupos. Sin embargo yo prefiero hacer hincapié en otra palabra de la precedente cita. La palabra que destaco es  ¨ insípida ¨. Camus define así la vida del que queda fuera por pobre y por ignorante. Lo importante, entonces, es que la lectura nos permite sobrellevar mejor todas las circunstancias de la vida, las que son inevitables y las que por nuestros propios pasos se nos presentan. Creo que esta pobreza es tan terrible como la escasez de bienes materiales, creo que esta pobreza es la que aleja definitivamente los horizontes de las personas al punto de quedar miopes y apartados. Y es ese gusto, el placer que nos brindan los incontables mundos propuestos a través de los libros la mejor y mayor riqueza que podemos entregarles a nuestros niños.
Desde el principio de la vida tenemos la necesidad de conocer historias. Primero desde la voz de nuestros padres con el cuento previo al sueño y luego… con el cine y la televisión.  Y aquí es donde se nos diferencian las problemáticas que tuvieron que enfrentar los pedagogos ancestrales, y no tanto, de las que vislumbran los docentes y todo aquel adulto que haya captado o descubierto la importancia de ser lector.

En la historia pasamos de la lectura social radicalmente determinada por la interpretación del que leía para todo un público analfabeto a la lectura individual y silenciosa libre de censura que propicia la intimidad y la libertad tanto del que lee como del que escribe.  Pero nos encontramos aquí nuevamente en rígida posición vertical frente a la computadora, donde las palabras están exhibidas impudorosamente a los ojos de cualquiera que surque el espacio en le momento que estamos leyendo.
Volvimos a la inmovilidad, volvimos a sostener el rollo con ambas manos. ¨ La pantalla de la computadora nos retrotrae a la época del scriptorium medieval: las manos en posición fija, sobre el teclado; los ojos mirando el texto expuesto en vertical; la espalda rígida.¨ Describe así con un sesgo de nostalgia la autora de ¨ Pasado y futuro del verbo leer ¨ Emilia Ferreiro.  La autora propone ciertos puntos de reflexión que juegan un papel fundamental a la hora de determinar la importancia de la lectura. Entre ellos destaco: el punto en el cual nos habla de la ¨ cultura de la interrupción y de la impaciencia ¨ (Barbier Bouvet, 1993) propiciada por el uso del controlo remoto y ¨ que conduce a la fragmentación del texto. Yuxtaponer, privilegiar los ¨ tiempos fuertes ¨ en detrimento de las transiciones, cambiar continuamente antes de tener tiempo de analizar…¨ (Emilia Ferreiro, 2001). La simplificación ortográfica, aún más profundizada por las redes sociales en Internet y la mensajería de texto de la telefonía celular y el desfase generacional que la velocidad de l cambio tecnológico abre entre los más jóvenes, para los que todo se ha naturalizado, y los más viejos que fueron testigos del comienzo de esta nueva era.
Por lo tanto, la lectura se resignifica en términos de herramientas, de soportes pero no debería perder la calidad de propiciadora de más herramientas, a las cuales se accede solo por el saber (cabe aclarar que no me refiero específicamente a un saber académico). Ya que nuevos lectores conciben nuevos productores de textos y ya que ¨ Sin el dominio de la escritura y de expresión oral, difícilmente se logra la participación cívica plena, pacífica y productiva ¨ (Doris Sommer, 2009).


Apropiarse de la lengua a través de la lectura evita barreras sociales, discriminación, miedo a la otredad por desconocida;  propicia la toma de la palabra, la ciudadanía activa. El lenguaje nos constituye, las cosas son porque las podemos nombrar, son tangibles, transformables porque les asignamos un nombre. Y así sucede también con las personas.  La lectura abre el mundo de la imaginación, lo cual es en el caso de los niños, la gran inversión para el futuro; inversión que promete adultos con pensamiento crítico, con sentido y conciencia de su propia experiencia, adultos fuertes con referencias culturales que les dan soporte y forma.
¨ Los libros son también compañeros que consuelan, y en ellos encontramos a veces palabras que expresan lo más secreto, lo más íntimo que hay en nosotros ¨, ¨ como decía Breton en El amor loco, ¨ es verdaderamente como si yo me hubiera perdido y de pronto alguien viniera a darme noticias de mí mismo ¨¨ (Michéle Petit,1999).
La lectura da soporte, tiempo para la reflexión, tiempo para estar con nosotros mismos, nos abre las puertas de otros mundos donde encontrar pertenencia. Sin ese juego propuesto por la lectura y la imaginación es que se torna insípida la vida, como las frutas de plástico que alguna vez, tristemente, estuvieron de moda, puede haber color, puede poblarse de tantas cosas, pero aquellas que no llegamos a nombrar por desconocimiento quedan fuera y dejan el vacío, el gusto de la ceniza, eso que sin acertar a saber qué es, nos falta.
Por ello comparto el pensamiento de Doris Sommer, sobre el poder transformador del arte, y la necesidad de transmitir esto en las escuelas y en las familias. Porque más allá de los falibles y a veces cobardes modos de los docentes para enseñar literatura, creo que el puntal fundamental del que no debemos olvidarnos es el del hogar. Un hogar en donde no se lee, difícilmente construya lectores que se prolonguen en el tiempo más allá del ciclo escolar.


Como maravillosamente dice Daniel Pennac en Como una novela ¨ no se fuerza una curiosidad, se la despierta ¨ y es en el hogar donde encontramos la primera posibilidad de plantar la semilla del lector con los cuentos a la hora de dormir, con el compartir la lectura primero mamá o papá, luego los dos, cuando el ingreso a la escuela ya le regaló a l niño herramientas para caminar solito. Y también, cuando ya es un lector consumado, y todavía arde en él la curiosidad y la maravilla, y otras actividades no lograron sustraerlo de la necesidad del libro, también ahí la familia tiene posibilidad de seguir alentándolo, no con exámenes de interpretación o de destreza en el leer, sino con el compartir las impresiones causadas a ambos lados, con las diferencias en los párrafos preferidos, con la conversación que lleva a compartir mucho más que el contenido de las páginas del libro.
Creo que si los padres y los tíos y los abuelos leyeran más los mismos libros que leen sus niños así como miran las películas y las disfrutan, encontraran un mundo nuevo donde encontrarse con los pequeños y no tanto, donde acompañarlos y ser acompañados. Veladas por el placer gratuito de compartir y aprender historias. Esta trinidad formada por el libro y ellos y nosotros que es solo una forma tangible del amor.
Abrir el mundo de la lectura, evitando la imagen de lo obligatorio, propiciando la libertad de elección, sugiriendo; desde la escuela, desde el hogar, instando a los adultos a ser partícipes de la educación de los niños, invitándolos a sumarse en otros ámbitos como las bibliotecas. Es decir, abrir el mundo de la lectura a los niños desde todos los flancos posibles, a fin de que tengan ellos luego la opción de no leer por elección pero no por desconocimiento de los inconmensurables y asombrosos mundos que tienen los libros para obsequiar.


¨El deber de educar, por su parte, consiste en el fondo en enseñar a leer a los niños, en iniciarlos en la literatura, en darles los medios para juzgar con libertad si sienten o no la ¨ necesidad de los libros ¨. Puesto que si bien se puede admitir sin problema que un particular rechace la lectura, es intolerable que sea – o se crea – rechazado por ella.
Es una tristeza inmensa, una soledad en la soledad, estar excluido de los libros – incluidos aquellos de los que se puede prescindir. ¨ (Daniel Pennac, 2007)
Se trata entonces de buscar incansablemente el modo de hacer de nuestros niños lectores frecuentes, para que puedan ellos luego buscar el camino y las páginas que prefieran recorrer; se trata de tomar conciencia del contexto en el que estamos insertos, que brinda tantas herramientas como palos en la rueda, sin culparlo de lo que nosotros mismos no hemos intentado. Se trata de encontrar el modo de que los más pequeños compartan un universo que los convertirá en mejores alumnos sin duda, pero también en mejores compañeros, en ciudadanos más solidarios.
La vastedad creativa que proporciona la lectura se imprime en los demás ámbitos de la vida, se instala en lo cotidiano y nos impide para siempre sentir el peso de la soledad, nos fortalece, nos cobija, nos sustrae del ostracismo, nos rescata de una vida insípida.




Bibliografía :


Petit, Michéle. 1999. ¨Lo que está en juego en la lectura hoy en día¨ en Nuevos acercamientos a los jóvenes y la lectura, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica


Ferreiro, Emilia. 2001. ¨Pasado y futuro del verbo leer¨ en Pasado y presente de los verbos leer y escribir, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica.


Sommer, Doris. 2009. ¨Lectores creativos, ciudadanos plenos: las enseñanzas de La Cartonera¨en Congreso internacional del Mundo del libro, México, Fondo de Cultura Económica.


Pennac, Daniel.  2007. ¨ I. El derecho a no leer ¨ en Como una novela, Colombia, Grupo Editorial Norma








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